A todos nos ha pasado: estrenar unas zapatillas nuevas o caminar con unas algo desgastadas y sentir ese incómodo deslizamiento que puede acabar en un resbalón. Ya sea en la calle mojada, en suelos lisos de interiores o en terrenos inestables, unas zapatillas que resbalan pueden ser más que una molestia: un verdadero riesgo. Por suerte, existen soluciones prácticas, sencillas y al alcance de cualquiera.
En esta guía encontrarás trucos eficaces para mejorar la adherencia de tu calzado, junto con consejos útiles que te ayudarán a caminar con mayor seguridad y confianza.
¿Por qué resbalan tus zapatillas?
Antes de aplicar trucos, conviene entender el problema. Las zapatillas resbalan, en gran parte, por el material de la suela o por el desgaste acumulado con el uso. Algunas suelas, especialmente las lisas o de goma dura, tienen menor capacidad de agarre en superficies como baldosas, parquet o asfalto mojado.
Si la suela es nueva y demasiado pulida, también puede carecer de tracción. Y si está muy gastada, las ranuras que ofrecen adherencia desaparecen. La suciedad acumulada o el polvo fino también reducen el agarre, incluso si la suela parece estar en buen estado.
Soluciones caseras para zapatillas que resbalan
Una de las formas más sencillas de ganar adherencia es lijar ligeramente la suela con una lija de grano medio. Esto crea una superficie más rugosa, ideal si las zapatillas son nuevas o tienen una suela demasiado lisa. Otro truco útil es frotar la suela con papel de lija o una lima metálica en zonas clave, como la parte delantera y el talón.
Si buscas una opción aún más rápida, puedes frotar una patata cruda sobre la suela. El almidón actúa como una capa antideslizante temporal. No es una solución permanente, pero puede servir para momentos puntuales. También se puede aplicar laca para el pelo o un poco de pegamento en spray (en capas muy finas), que generan una película rugosa que mejora el agarre.
En días lluviosos, un truco clásico es pegar cinta adhesiva antideslizante o incluso usar gomitas elásticas cruzadas sobre la suela para improvisar tracción. Aunque estas soluciones no son muy duraderas, pueden sacarte de un apuro.
Productos que funcionan
Además de los remedios caseros, existen productos diseñados específicamente para mejorar la tracción del calzado. Uno de los más populares es el spray antideslizante para suelas, que se aplica de forma sencilla y tiene efecto inmediato. También puedes encontrar plantillas antideslizantes que se colocan en el interior del zapato, evitando que el pie se deslice y ayudando indirectamente a mejorar la estabilidad.
En ferreterías o tiendas especializadas puedes conseguir láminas antideslizantes adhesivas, que se recortan al tamaño de la suela y se pegan como una segunda piel. Son discretas, resistentes y mucho más eficaces que los trucos improvisados.
Cómo hacer que tus zapatillas no resbalen
Una vez hayas logrado que tus zapatillas no resbalen, conviene adoptar ciertos hábitos para mantener esa seguridad. Limpiar regularmente la suela, especialmente si caminas por superficies polvorientas o suelos de interior, ayuda a conservar la adherencia. También es importante revisar el estado del dibujo de la suela: cuando las ranuras se alisan, la tracción disminuye notablemente.
Si compras zapatillas nuevas, busca modelos con suelas de goma flexible con patrones marcados, como los de tipo panal, espiga o zigzag, que ofrecen mejor agarre. Y si las usas para actividades concretas —como caminar bajo la lluvia o trabajar de pie muchas horas—, considera elegir calzado específico para ese entorno, que ya venga preparado con suela antideslizante.
¿Cuándo conviene cambiar de zapatillas?
Ningún truco es eterno. Si tus zapatillas siguen resbalando a pesar de todas las soluciones, puede que haya llegado el momento de reemplazarlas. Una suela desgastada o deformada ya no recupera su tracción original, por más productos o reparaciones que se apliquen.
A la larga, insistir con un calzado inadecuado puede provocar torceduras, caídas o dolores en pies y articulaciones.
